“Moonfleet”, de John Meade Falkner
es un clásico de la novela de aventuras. Ya os comenté el otro día que era mi
intención salirme de vez en cuando de mi género preferido, la novela histórica,
para explorar otras opciones, y estoy disfrutando.
Esta
misma mañana acabé este precioso libro. Creo que ningún adolescente debería
dejar de leer novelas como ésta, o como “El prisionero de Zenda”, de Anthony
Hope porque, como bien dice Arturo Pérez-Reverte, Moonfleet no es sólo una
novela de aventuras, es una lección de vida.
La
narración gira en torno a la relación que se desarrolla entre John Trenchard,
un adolescente que vive con su tía en el pueblo costero de Moonfleet, y Elzevir
Block, propietario, en un principio, de la taberna “¿Por qué no?”, que vive
solo tras la muerte de su hijo.
Se trata de una
historia de contrabandistas pero, sobre todo, es un alegato sobre la amistad,
la lealtad y el cariño porque, a lo largo de la narración, la relación de
nuestros protagonistas irá creciendo hasta transformarse en la de un padre y su
hijo.
El
relato nos cuenta como, en una acción de contrabando, el magistrado Maskew disparó
al hijo de Elzevir ocasionándole la muerte. Maskew como representante de la
autoridad en la zona es una de las personas más odiadas por los lugareños que,
directa o indirectamente, se benefician de esas actividades ilegales.
Por
otro lado, John Trenchard, en su rebelde adolescencia, descubrirá una de las
guaridas donde los contrabandistas ocultan sus alijos, lo que finalmente
provocará que se convierta en uno de ellos y, además, hallará una pista sobre
uno de los míticos tesoros del pueblo, el diamante de John Mohune, Barbanegra,
un tesoro al que se califica de maldito. Mientras, la vida del muchacho se abre
a un amor adolescente encarnado en la hija de Maskew, Grace.
La
novela avanza trepidantemente desde que, en una redada, Maskew muere. Elzevir,
y John, herido, se ven obligados a huir. Ocultos en una gruta marina, Elzevir
cuida de John hasta que se reestablece. Entre otras cosas, John aprovechará su
convalecencia para convencer a Elzevir para que, juntos, busquen el diamante de
Mohune, no sin antes despedirse de Grace, quien promete esperarle.
Finalmente
hallan el tesoro de Mohune en el pozo de un Castillo, tras lo cual deben huir
de nuevo. Deciden poner tierra y mar de por medio y viajan a Holanda. Una vez
llegan a la Haya intentan vender el diamante, y lo pierden a manos del usurero
tasador al que acuden. Al intentar recuperarlo serán encarcelados y condenados
a cadena perpetua.
Tras diez años de
trabajos forzados serán enviados a un barco con destino a las colonias del
pacífico. Una gran tormenta frente a las costas de la Mancha provocará un
desenlace inesperado y muy bonito. El párrafo final de la novela me parece
sublime, está exquisitamente escrito. Espero que lo disfrutéis si os animáis.
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