domingo, 21 de marzo de 2021

LOS LOBOS DE PRAGA, DE BENJAMIN BLACK


 
        “Los lobos de Praga” de Benjamin Black es la novela que he leído este puente. Me picó la curiosidad tras ver una reseña en la web de Hislibris.
        Vamos al lío…
        Se trata de una novela histórica con claros tintes policíacos ambientada en la lúgubre y gélida Praga de finales del s. XVI en la que reina el emperador Rodolfo, de la familia de los Habsburgo, sobrino de Felipe II, un hombre débil y enfermo, propenso a drásticos cambios de humor, devoto católico, excéntrico, derrochador, coleccionista compulsivo, un gran mecenas, declarado amante de las artes y las ciencias, y también de la alquimia y de la astrología (se rodeó de magos, ocultistas, científicos… y muchos seudocientíficos que no resultaron ser más que charlatanes y timadores). Benjamin Black mezcla personajes históricos reales con otros ficticios (algo que aclara suficientemente y, a mi juicio, con acierto, al final del texto) perfilándolos con complejidad y detallismo.
        En cuanto a la acción, el principal protagonista es Christian Stern, joven y ambicioso alquimista y filósofo natural, hijo bastardo de un obispo, que viaja a Praga para hacer fortuna en la corte de Rodolfo II. La noche de su llegada a la ciudad se emborracha en compañía de un soldado y, perdido por las calles nevadas de Praga, llega al callejón del Oro donde tropieza con el cadáver ensangrentado de una bella y joven muchacha, elegantemente vestida, que luce un gran medallón en el pecho, y que presenta un gran corte en el cuello. Christian será detenido y encarcelado por orden del senescal Félix Wenzel, aunque pronto será liberado por el chambelán Philipp Lang con la mediación del propio Emperador, quien le encargará la investigación del asesinato; la joven era la nueva amante de Rodolfo II, Magdalena Kroll, la hija de su médico.
        Durante su investigación el protagonista deberá hacer frente a las intrigas familiares donde juegan un papel importante Caterina Sardo, amante oficial de Rodolfo II, su misterioso hijo D. Giulio, y el enano Jeppe Schenckel, y a las políticas, con dos bandos claramente diferenciados, el católico, donde militan el chambelán Philipp Lang y el nuncio del vaticano Girolamo Malaspina, y el luterano, capitaneado por el hermano del emperador, Matías, y su fiel servidor ,el senescal Félix Wenzel, con una participación menos relevante del médico de Rodolfo II, Ulrich Kroll, el ocultista Edward Kelly, y su hijastra la poetisa Elisabeth Weston.
        Christian llevará a cabo sus pesquisas con cierta torpeza, no deja de aclarar que él es alquimista, y vivirá algo parecido al amor platónico con Serafina, la inocente novicia que el nuncio pone a su servicio, y una turbulenta y peligrosa relación amorosa con Caterina Sardo mientras trata de desentrañar no sólo el misterio del asesinato de Magdalena Kroll, sino también el de su antiguo amante y prometido, Jan Madek, y su relación con la desaparición de una enigmática caja de la casa del médico del emperador que contiene comprometedores documentos para la Corona.
        ¿Logrará Christian sobrevivir a las intrigas familiares de la corte, a su temeraria relación con Caterina Sardo y a las luchas políticas? ¿Qué bando influirá más en sus decisiones? ¿Quién mató a la bella y ambiciosa Magdalena Kroll, y por qué? ¿Y a su engañado y rencoroso antiguo prometido? ¿Qué documentos contiene la caja que el despechado Madek se llevó de casa del Doctor Kroll? ¿Habrá más muertes?
        Espero que os guste, si es que os atrevéis…

domingo, 14 de marzo de 2021

TRAFALGAR, DE BENITO PÉREZ GALDÓS. (LOS EPISODIOS NACIONALES)


“Trafalgar”, de Benito Pérez Galdós, es el arranque de la primera de las cinco series que conforman la magna obra que conocemos como “Los episodios nacionales”, compuesta por 46 novelas.
 La leí antes que el “Cabo Trafalgar” de Pérez-Reverte. Son dos estilos totalmente diferentes, aunque tienen un enfoque parecido; ambas logran introducirnos en lo que fue aquella derrota frente a las costas del cabo Trafalgar de la mano de sus protagonistas (Reverte se inventa un navío que introduce en la batalla, y Galdós embarca a sus protagonistas en el buque insignia de la Armada Española, el “Santísima Trinidad”).
 El relato está narrado en primera persona y “en el ocaso de la existencia”, por Gabriel de Araceli, un muchacho gaditano que consigue salir del mundo de la picaresca, entrando a formar parte del servicio de un oficial de la marina en la reserva, D. Alonso Gutiérrez de Cisniega, de su esposa, Doña Francisca, y de su hija Rosita, joven y bella muchacha de la que se enamorará.
 Gabriel subirá a bordo del “Santísima Trinidad”, el navío más grande de su tiempo, junto a su amo, y en contra de los deseos de Doña Francisca (de hecho, ambos abandonan la casa familiar a hurtadillas mientras ella acude a misa). Les acompañará en su aventura, Marcial, un marinero tullido, amigo de D. Alonso. También se enrolarán para la lucha Rafael Malespina, Oficial de artillería y prometido de Doña Rosita, y su padre, D. José María Malespina, Coronel de artillería retirado, que hará las delicias del lector con sus continuas mentiras, exageraciones y fantasmadas (Galdós nos aporta una sutil pincelada de fino humor en medio de la tragedia de la guerra)
 En cuanto a los hechos históricos, Galdós introduce sus personajes entre los reales protagonistas de la historia, los centenares de marineros que perdieron la vida en aquella batalla, muchos reclutados a la fuerza y sin experiencia alguna, auténticos héroes, capitaneados por lo más granado de la Marina española, Gravina, Valdés, Alcalá Galiano, Churruca, o Álava. Parece ser que Galdós completo sus conocimientos sobre los acontecimientos gracias a sus conversaciones con un viejo marinero que vivió la batalla.
  Supongo que, por ignorancia literaria, me esperaba un texto más duro de leer. Me ha sorprendido Galdós con una narrativa elegante, intensa y muy entretenida. Se me ha desvelado también un Galdós antibelicista que pone en boca del joven Gabriel la idea de que los pueblos nunca se enfrentarían entre ellos si no fuera por los gobernantes que los guían.
      Me han llamado la atención varias cosas más:
    –El pueril idealismo de Gabriel, un niño que acude a la guerra con curiosidad e ilusión, que descubre el sentido de la palabra “patria”, y su cruel despertar a la realidad de la guerra (me parece especialmente interesante el momento en el que Gabriel asiste atónito a como los marineros esparcen arena por la superficie del barco con el objetivo de prevenir resbalones con la sangre derramada sobre la cubierta, ante la certeza de que se producirá una escabechina).
     –El fuerte sentido del deber de Don Alonso, débil y entrado en años, el de su amigo Marcial, el veterano marinero al que le falta una pierna, el de Rafael Malespina, incluso el de su embustero progenitor.
   –El profundo respeto de Galdós hacia los marinos ingleses y a su gran comandante, el Almirante Nelson, fallecido con honor en la batalla.
      –La atmósfera de fatalismo que envuelve el enfrentamiento militar desde sus prolegómenos. Galdós pone en boca del Brigadier Churruca el reconocimiento de la superioridad de la Armada Británica y la situación esperpéntica de la marina española, mal pagada y peor preparada y pertrechada. Además, nos relata el heroico sacrificio de algunos de nuestros comandantes como fue el caso del mismo Churruca, quien fuera un sabio admirado internacionalmente, cuando, mientras se batía con su navío, el San Juan Nepomuceno, contra seis buques británicos ordenó “clavar la bandera”, y que no se rindiera el barco hasta su muerte.
    En definitiva, el autor logrará, con gran verosimilitud, transportarnos en el tiempo, y llevarnos sobre las agitadas aguas de la costa gaditana aquella terrible jornada del 21 de octubre de 1805. Y lo haremos en un entorno maravilloso, a bordo del “Santísima Trinidad”, el orgullo de nuestra armada, él único navío de su tiempo con cuatro puentes y 140 cañones a bordo. Espero que os animéis y disfrutéis de su lectura.


domingo, 7 de marzo de 2021

CABO TRAFALGAR DE ARTURO PÉREZ-REVERTE.

 

      Ayer leí por segunda vez la novela de Arturo Pérez-Reverte, “Cabo Trafalgar”. Estaba a pocos capítulos de acabar el “Trafalgar” de Benito Pérez Galdós con el que arrancan los Episodios Nacionales, y me decidí por endilgarme ambas a la vez.
        Respecto a “Cabo Trafalgar”, de Pérez-Reverte… ”Nihil novum sub sole” (nada nuevo bajo el sol). El estilo narrativo del cartagenero nunca deja indiferente (a mí me suele divertir). Parece ser que la editorial le encargó la novela para conmemorar el 2º centenario de aquel famoso enfrentamiento, que supuso la derrota de la flota franco-hispana, al mando del incompetente almirante Villeneuve, a manos de la inglesa capitaneada con pericia por el almirante Nelson.
        Quien haya leído la novela corta de Reverte (para mí divertidísima) “La sombra del Águila”, reconocerá en “Trafalgar” su estilo ágil y directo, ese tono jocoso y mordaz con el que el autor nos acerca a la cruda realidad de la tragedia de la guerra a través de unos personajes que se perciben verídicos y cercanos. En este caso el autor embarca a sus protagonistas en una nave ficticia, el “Antilla”, aclara él mismo que es una licencia novelesca que le sirve para abordar el grueso de lo sucedido aquella jornada del 21 de octubre de 1805 con fidelidad gracias a una amplia documentación. Pérez-Reverte nos presentará los hechos de manera detallada y convincente con ese original lenguaje suyo llano, directo y fácilmente comprensible, con sus clásicas onomatopeyas sobre los ruidos de la batalla, tacos y palabras soeces, acudiendo a la jerga gaditana, y a la de los marineros ingleses y españoles, con desparpajo y gracia, aunque con cierto anacronismo.
        En cuanto a la narración, el autor nos relata desde el punto de vista hispano cómo transcurrió aquella fatídica jornada. Aprovecha para hacer una exposición de la situación política del momento, de la desastrosa alianza con la Francia de Napoleón, y de la superioridad militar y organizativa de la Armada Británica, a la vez que ensalza el valor y el patriotismo de los comandantes españoles (recordemos nombres como Gravina, Alcalá Galiano o Churruca), de su marinería mal preparada y pertrechada, y de los soldados de leva forzados a embarcar sin experiencia alguna; hombres que dejaron su vida frente al cabo Trafalgar batiéndose con honor.
        Así, frente a la historia real, el grueso de la acción novelada recae en el imaginario “Antilla” y su tripulación, especialmente en las decisiones militares del comandante Carlos de la Rocha asistido por el guardiamarina Ginés Falcó, y en las peripecias de Nicolas Marrajo, marinero enrolado a la fuerza por el teniente de fragata Ricardo Maqua.
        Para terminar, he de comentar que, si bien es verdad que el autor hace alarde de un profundo conocimiento del mundo de la navegación y la marina, puede que, a alguien profano (caso de servidor) quizá, en algunos momentos, le cueste seguir la narración entre tanto tecnicismo naval.