viernes, 13 de octubre de 2017

NOX ATRA CAVA CIRCUMVOLAT UMBRA

 

CLAUSTRO E IGLESIA DE SAN JUAN DE LOS REYES

Para mí, volver a Toledo siempre tiene ese punto nostálgico y doloroso, ese sentimiento amargo de pérdida y a la vez de recuerdo por el ansiado reencuentro con el viejo amigo lejano y nunca olvidado, lugar donde me surgen de manera implacable las dudas sobre las malas decisiones, el tiempo malogrado, y la vida desaprovechada y vacua, un enfrentamiento cara a cara con el miedo al vacío que me provoca la anodina y vulgar vida cotidiana.
Llenar una vida es complicado, errando decisiones, mucho más. En estos años he pasado del “qué pintaba yo en Toledo”, al “qué pintaba yo en Barcelona”, y al actual “qué pinto yo en Benidorm”. Conclusión, a lo mejor es que no pinto nada en ningún sitio, que soy alguien fuera de lugar y tiempo. Hace ya 21 años que dejé la capital manchega y cada vez lamento más aquella decisión. Y lo siento así porque allí me parece que lleno mi tiempo y mi vida de… algo. Cierto es que voy a pasar unos días de vacaciones y que no vivo la cotidianidad de la vida normal, familia, trabajo, gimnasio, libros…etc. Y así lo siento porque vuelvo a visitar a viejos, algunos muy viejos, amigos, el Museo de los Tapices de la Catedral del colegio de Infantes, la Imponente Catedral Primada de Santa María, el Museo del Greco, la Sinagoga del Tránsito, la ermita de la Virgen del Valle, el Taller del Moro, La Iglesia de San Román-Museo de los Concilios, el gótico isabelino de San Juan de los Reyes… Hay tantas cosas que ver que puedo elegir tiempos y espacios, lugares a visitar en un viaje y cosas que pueden esperar para el siguiente. Esta vez he dejado de visitar muchas más cosas de las que he visto, al menos por dentro, no he entrado en Santa María la Blanca, en el Museo de Santa Cruz, no he tomado café en la Biblioteca del Alcázar ni he saboreado sus preciosas vistas de la ciudad, no he visitado la Mezquita del Cristo de la luz, ni la Iglesia del Salvador, ni Santo Tomé con el entierro del Señor de Orgaz del Greco, ni Santo Domingo el Antiguo con sus Grecos, ni he entrado en San Ildefonso ni subido a sus torres para disfrutar de otras vistas preciosas de la ciudad. Tampoco he dedicado tiempo a las ruinas que va poniendo en valor el Consorcio de Toledo, ese Toledo romano de la termas y árabe de los baños que va reapareciendo, ni he paseado por las callejuelas de mi antiguo barrio de reparto postal tantas veces pateado, ese paseo que suelo hacer por la Antequeruela y las Covachuelas.
A pesar de todo, he paseado mucho, todo lo que he podido. He circunvalado Toledo por fuera y por dentro del Tajo disfrutando de sus vistas. Incluso dediqué una mañana a visitar Guadamur con su sorprendente Castillo que se va recuperando poco a poco y su centro de interpretación sobre el Tesoro de Guarrazar. Y en estos paseos, esquivando turistas con prisas con los que no soy capaz de identificarme, entre tiendas de souvenirs, entre la preciosa artesanía damasquinada y la típica cuchillería toledana, intento no perder detalles sobre paisajes y vistas, sobre casonas, escudos, puertas, portales, patios y rincones, algunos nuevos para mí (aún recuerdo aquella mañana de junio de 2017 cuando en compañía de mi madre y Jésu, me dio por doblar la esquina del edificio de la Seguridad Social, algo que no había hecho nunca y tropezamos con el Palacio de Benacazón que tiene una fachada espectacular)
Y así llegó la última tarde… me enteré de que El arzobispado de Toledo había organizado un ciclo de conferencias para conmemorar el V centenario de la muerte del Cardenal Cisneros (1436-1517). La primera de las conferencias era esa misma tarde, el día 11 de octubre, y sería impartida por el Doctor en Historia de la Universidad Autónoma de Madrid y Profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Castilla la Mancha, José Carlos Vizuete, con el título “Cisneros, reformas y buen gobierno” Y fui… porque me interesa la historia, el tema en particular, y porque el escenario era inmejorable y el más adecuado para acoger las explicaciones sobre tan insigne franciscano, la Iglesia de San Juan de los Reyes. La conferencia fue interesantísima, y muy amena, fue un breve e intenso repaso a la labor reformadora del Cardenal ante las autoridades eclesiásticas del Arzobispado de Toledo que encabezaba el propio Arzobispo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza (quién clausuró el evento), el Sr. Provicario General y coordinador del área pastoral de Fe y Cultura, Mons. Francisco César García Magán (quién introdujo el ciclo de conferencias), D. Juan Díaz-Bernardo, sacerdote toledano y delegado diocesano de los medios de comunicación social (quien introdujo al experto conferenciante), y el Guardian Franciscano de S. Juan de los Reyes, anfitrión de la velada y que nos obsequió con un hermoso e inolvidable regalo; nos abrió las puertas del Claustro para que pudiéramos contemplarlo con luz artificial bajo una agradable noche toledana. Además, el Guardian invitó a darnos una explicación sobre el edificio a una de las organizadoras del ciclo de conferencias y próxima conferenciante también, Pilar Gordillo, historiadora del arte, guía oficial de turismo de Toledo y colaboradora del área pastoral de Fe y Cultura del arzobispado. En escasos diez minutos nos ilustró con esmero y pasión sobre el templo, el claustro y su significado.
Tras aquella intensa más de hora y media en San Juan de los Reyes salí satisfecho y a la vez triste, el viaje tocaba a su fin. Bajo la oscuridad de la Puerta del Cambrón pensé en los personajes de mi novela que hice pasear conmigo por allí, que esperan como yo que el texto vea definitivamente la luz tras tanto tiempo de espera. Saqué mi cámara en el Paseo de Recaredo para hacer las últimas fotografías…Puertas del Cambrón, de Alfonso VI o vieja de Bisagra y Puerta Nueva de Bisagra.
Por último, cabizbajo, me despedí con respeto del Hospital Tavera, íntimo y viejo camarada porque aquí comenzaba mi jornada de reparto postal cuando vivía y trabajaba en Toledo, cuyos patios renacentistas visitaba diariamente sin prestarles el interés debido.
        De regreso en casa, leyendo un artículo esta mañana de mi admirado Arturo Pérez-Reverte tropecé con una frase que la hago mía, “nox atra cava circumvolat umbra” (la noche negra nos rodea con su envolvente sombra) verso número 360 de la Eneida de Virgilio, que relata el momento en el que Eneas y sus compañeros se dirigen sin esperanza de salvación hacía el centro de la ciudad de Troya en llamas para morir peleando.
Aquí estoy… resuelto a caminar por una oscura existencia envuelto de nuevo por la pesada sombra de la vida cotidiana. 


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9 comentarios:

  1. Cada uno es dueño y responsable de su propia vida, nadie más... Así como nunca hay culpables. Cada uno debe elegir sus pasos, los de su propia vida, sin esconderse tras excusas fabricadas en vidas de otros (excusas que quizá impidan desarrollar libremente la de esos otros que también aprovechan para esconderse tras excusas fabricadas en vidas ajenas).

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    1. Cierto, cada uno es responsable de su propia vida. Hay que saber vivir con los errores cometidos en nuestras decisiones, así como con las circunstancias que toda vida conlleva. Hay que afrontar este valle de lágrimas con responsabilidad y compromiso, sin esconderse y sin excusas.

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  2. Algún día visitaré Toledo. No sé porqué lo cambiaste por Benidorm, si se nota la pasión que tienes por esas tierras con tanta historia!!!
    Bueno, qué voy a decir yoooó.😂 pero no me arrepiento de haberlo hecho!!

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    1. Cambié Toledo por Barcelona. Grave error. Tu señora hija y su señor esposo pueden hacer de Cicerone por la ciudad perfectamente. Al menos en lo básico.

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  3. Eres un magnífico embajador de Toledo, me quedo con ganas de visitarlo y mientras tanto seguiremos caminando por la vida buscando la luz

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    1. Allí me reencuentro un poco conmigo mismo. Un saludo, amigo.

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  4. Madre mia como te apasiona escribir, toledo es inigualable

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