jueves, 16 de agosto de 2018

JAQUE A LA REINA MUERTA DE CARMEN GÜELL.


Esta semana he leído el libro “Jaque a la reina muerta” de Carmen Güell.  Se trata de una novela histórica que se adentra profundamente en la vida de Germana de Foix (1488-1536), probablemente una gran desconocida para muchos, por vivir en un lugar y tiempo donde las fuertes personalidades históricas, apabullantes algunas (Isabel la Católica, Fernando el Católico, Carlos V e Isabel de Portugal, Juana la Loca y Felipe el Hermoso…) han acaparado el protagonismo de los hechos, quedando siempre postergada a un segundo plano, y más cuando no pudo dar ese ansiado hijo a Fernando de Aragón; algo que pudo cambiar la historia de nuestras Españas.
La trama se distribuye en torno a cuatro capítulos que versan sobre las diferentes etapas de la vida de Germana de Foix; su niñez y adolescencia hasta su matrimonio con Fernando, su etapa como reina de Aragón con su fallida descendencia, su infeliz y desgraciado desposorio con el margrave de Brandemburgo y el duro ejercicio del cargo de Virreina de Valencia y, finalmente, su último matrimonio concertado con el duque de Calabria con el que llegó a tener una buena relación, y con el que compartirá el virreinato valenciano hasta su fallecimiento en 1536.
La novela está narrada en primera persona por la protagonista, Germana de Foix, en lo que podríamos definir como un repaso a su vida. La acción arranca en 1505 cuando Luis XII de Francia, tío de Germana, acuerda el matrimonio de ésta con Fernando el Católico, viudo desde hacía un año. La autora desmenuza la personalidad de la joven que comienza ya añorando su feliz juventud a pesar de su orfandad, antes incluso de haber partido hacia España. Germana nos muestra su miedo e inquietud ante el reto de haber sido nombrada la nueva esposa del todopoderoso rey de Aragón, su temor a la soledad tras tener que dejar atrás a los suyos, especialmente a su tía Ana, la reina de Francia y su hermano Gastón, y su inseparable obsesión y complejo ante la magnitud de la fuerte personalidad y arraigo popular que ostenta la persona a la que va a sustituir, Isabel de Castilla.
Su matrimonio, infeliz en lo personal, Fernando la triplica en edad, no tendrá como fruto un hijo que sobreviva, pero sí contribuirá a que Germana madure y acabe revelándose como una buena consorte, capaz de llevar a cabo las tareas de gobierno que su marido comparta con ella.
A la muerte de Fernando encontrará la dicha junto a su nietastro, Carlos V, con quien vivirá un intenso romance a pesar de ser 12 años mayor que él (el profesor Manuel Fernández Álvarez atribuyó en su día a este matrimonio el nacimiento de una niña “Isabel” por un apunte que hay en el testamento de Germana a su favor). La relación disparará los comentarios en la corte, por lo que se impuso la necesidad de acallar dimes y diretes, y de lavar el buen nombre del Emperador con lo que se acordó su matrimonio con Juan de Brandemburgo, un miembro del séquito de Carlos; Germana será nombrada virreina de Valencia momento en que tendrá que hacer frente a la rebelión de las germanías, demostrando dureza y capacidad para dominar la situación y ejercer el gobierno. Con la llegada de Isabel de Portugal, la bella futura emperatriz, para casarse con Carlos, la protagonista perderá toda esperanza de seguir junto a lo que la autora define como “el amor de su vida”.
Al poco de quedar viuda de nuevo, Carlos V ordenará su nuevo casamiento con el Duque de Calabria. Ambos serán nombrados Virreyes de Valencia, y continuarán con su labor enérgica contra los agermanados y también contra los moriscos. (Como dato curioso me gustaría apuntar que Germana se caso con un Fernando de Aragón dos veces, Fernando el Católico y el Duque de Calabria, ambos se llamaban así. No estaban emparentados, no debemos confundirlos. El duque de Calabria era hijo del Rey de Nápoles, Federico I). 
Germana, murió en Liria, en 1536, aquejada de hidropesía, probablemente debido a las consecuencias de la obesidad que padecía.
Es un libro de agradable lectura, y me ha parecido que con una buena y estudiada base histórica.

jueves, 9 de agosto de 2018

EL SECRETO DE PEGASO DE GREGG LOOMIS


     Langford Reilly es un ex agente de la CIA que ejerce de abogado en Atlanta. Tras sufrir la enfermedad y muerte de su amada esposa Dawn, vive dedicado a su trabajo apoyado por su secretaria Sara, y reconfortado por Francis, amigo y sacerdote, con el que comparte interesantes charlas principalmente en torno a su pasión, el conocimiento del latín.
        La vida del protagonista se verá dramáticamente perturbada por la fuerte conmoción que supone la noticia de la muerte de su hermana y sobrino, Janet y Jeff, víctimas de un incendio en su casa de París.
        Langford viaja a Francia y sospecha, desde un primer momento, que lo sucedido a su familia ha sido intencionado; que en realidad han sido asesinados. Por ello, en solitario, al margen de la investigación oficial de la policía, inicia sus averiguaciones.
        A su regreso a Atlanta, Langford descubre que su hermana había enviado a Estados Unidos un cuadro del S. XVII que había comprado recientemente, copia de uno de Poussin, pintura que incluye una enigmática filacteria escrita en latín. El protagonista sorprende a alguien que intenta hacerse con esa obra de arte y el implicado no duda en suicidarse, lo que evidencia el fuerte adoctrinamiento y fanatismo al que ha debido de ser sometido; similar al inoculado a miembros de alguna secta. Langford se verá comprometido, por tanto, en un primer fallecimiento.
        Sus investigaciones le llevarán de nuevo a Europa donde buscará el apoyo de varias amistades de su antiguo trabajo en la Agencia. La más importante, en lo personal y profesional, será Gurt, una rubia imponente, francotiradora experta y agente de la CIA en activo; también se reencontrará con Jacob, un ex-agente del Mossad israelí.
        Langford se verá involucrado en otra muerte en Londres tras tropezar de nuevo con dos miembros extremistas, que identifica ya como pertenecientes a una organización que se revela como heredera de los antiguos templarios. Además, averigua que, al parecer, el cuadro protagonista de la trama contiene un mapa oculto de una parte concreta del sur de Francia, que indicaría la localización de unos restos mortales cuyo hallazgo y publicidad podrían cambiar la historia del cristianismo. En su huida, el protagonista se verá obligado a buscar el amparo de una madame, Nellie, amiga del pasado, que regenta un prostíbulo de lujo y que le dará cobijo mientras es buscado tanto por la policía como por la poderosa organización que lo persigue.
        Siguiendo sus peligrosas pesquisas por varios países europeos, Lagford se enfrentará a la potente estructura templaria, con poder a escala mundial, financiada con el chantaje que, durante siglos, ha realizado al Vaticano; conocen la existencia y localización de esa tumba. El protagonista perseverará en su afán por desenmascarar a esa oscura organización, por  descubrir los secretos que oculta el cuadro, y por vengar la muerte de su hermana y sobrino.

jueves, 2 de agosto de 2018

SPINOLA. CAPITAN GENERAL DE LOS TERCIOS. DE OSTENDE A CASAL. DE JOSE IGNACIO BENAVIDES.



       Ambrosio Spinola fue uno de esos personajes excepcionales que participó en la construcción de nuestra historia. Es una lástima que gran parte de los españoles no sepan quién es. Quizá algunos lo recuerden de algún capítulo de la serie televisiva el Ministerio del Tiempo, de alguna mención en los libros de Reverte sobre el Capitán Alatriste, de alguna obra de Martínez Laínez o de José Javier Esparza (estudiosos de la época y de los tercios). A lo mejor, los más, han tropezado con el cuadro de Velázquez, la rendición de Breda, en el que nuestro protagonista recibe las llaves de la ciudad con magnanimidad de las manos del derrotado Justino de Nassau.
        A mí me parece imperdonable que nuestros jóvenes y niños, y no tan jóvenes y no tan niños, no conozcan nada sobre la vida de un personaje de nuestra historia tan importante e interesante, un hombre que vivió aquellos tiempos en los que España era aún dueña de un Imperio, dónde todavía palabras como honor, honra, prestigio, valor, lealtad, reputación o patria tenían un significado (habría que hacer un esfuerzo por darlas sentido en el país en que vivimos, lugar en el que triunfa sin pudor la ocurrencia y oportunidad política, y la indigencia moral e intelectual)
        En este libro, José Ignacio Benavides, abogado y diplomático, nos desmenuza la vida y obra de Ambrosio Spinola. Se trata de una biografía abordada desde diferentes vertientes: personal, política, diplomática y militar. El título del libro es suficientemente ilustrativo, “SPÍNOLA, CAPITAN GENERAL DE LOS TERCIOS. DE OSTENDE A CASAL”; y es que el texto se centra en los años de actividad del protagonista a las órdenes de la corona española, principalmente en Flandes; aunque también en Italia (1602-1630)
Recuerdo con cariño una buena conferencia de Juan José Luna en el Museo del Prado (y la recomiendo porque es un estupendo conferenciante, con un punto humorístico e irónico que hace que interese todo lo que cuenta), en la que habla mucho sobre Spinola y su familia a propósito de los cuadros de batallas que encargó Felipe IV para el flamante Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro que esperemos ver pronto recuperado con el nuevo proyecto que va a ponerlo en valor. Hay que reconocer que el mejor, con diferencia, de aquellos doce cuadros de batallas, de los que sólo se conservan 11, es el de Velázquez; La rendición de Breda, conocido coloquialmente como “Las Lanzas”, aunque allí lo que se ven no son lanzas, sino picas, las picas victoriosas de nuestros gloriosos tercios. (Velázquez probablemente conociera de primera mano el escenario de ese cuadro tras haber compartido viaje a Italia con su principal protagonista, Spinola, quien le pudo contar como fue la magna empresa de la toma de Breda)
Haciendo memoria, debemos saber que Spinola nació en Génova en 1569 en el seno de una de las familias poderosas de la ciudad, siempre en constante disputa con los Doria. El apellido Spinola parece ser que tiene su origen en la Edad Media, cuando sus antepasados se trajeron de Tierra Santa un trozo de la corona de espinas de Cristo, una espínula, como reliquia.
Su hermano Federico se inclinó en seguida por la carrera militar, mientras él se encargaba del manejo de las finanzas. Pero todo esto cambió súbitamente cuando, en 1602, Ambrosio decide pertrechar sus propias tropas para ponerlas a servicio de la corona española en Flandes. Y aquí comienza la transformación de un hombre de negocios en un militar de prestigio, aunque, en el fondo, su formación financiera siempre influyera sobre la castrense. Spinola se reveló como un gran organizador, un buen planificador y gestor, y un pragmático ejecutor; siempre procuró acometer los diferentes retos en el campo de batalla con la certeza de que podían ser factibles desde los puntos de vista económico y humano; no era amigo de aventuras, algo que agradaba a su tropa y redundaba en la fidelidad de los suyos.
A pesar de las muchas críticas recibidas desde España por no ser castellano, ni militar de formación, triunfó y se ganó la confianza de Felipe III. Fue su hombre fuerte en Flandes durante el gobierno del Archiduque Alberto e Isabel Clara Eugenia, hasta el punto de que llevó consigo las interesantes instrucciones secretas que en 1606 redactara el rey para que, en el caso de que fallecieron cualquiera de los dos miembros de la pareja de gobernadores sin descendencia, Flandes volviera a ser una posesión patrimonial de la monarquía hispana, por lo civil o lo militar , algo que al final sucedió sin más contratiempos tras la muerte del Archiduque Alberto en 1621, aquejado durante muchos años (no podía ser de otra manera) de la inseparable podagra de los Austrias.
Con el ascenso al trono de Felipe IV a la muerte de su padre, Spinola siguió prestando sus valiosos servicios a la monarquía, pero dando un giro a su anterior posición respecto al rey; se convertirá en el gran valedor, defensor y protector de la gobernadora Isabel Clara Eugenia, que siguió ejerciendo el cargo a petición de su sobrino, Felipe IV, hasta su fallecimiento en 1633.
A pesar de su ingenio, su talento y sus campañas victoriosas —ejemplos hay unos cuantos, pero merecen la pena ser destacados la toma de Ostende o la de Breda—, a pesar de haber recibido los más altos honores de la corona como fueron el ser nombrado Caballero de la Orden de Santiago, recibir el Toisón de Oro, el marquesado de los Balbases, o la Capitanía general de los tercios y la Comandancia del Ejército en Flandes, Spinola se enfrentó a muchas dificultades tanto personales (empeñó su fortuna al servicio de la corona e hizo frente a las desgraciadas muertes de su hermano y esposa), como en el ejercicio de su liderazgo militar, siempre luchando contra la incomprensión de Madrid y la debilidad de la hacienda de la corona, y contra la permanente escasez de tropas y la falta de recursos para mantenerlas, con los motines siempre sobrevolando el aire bélico de los Países Bajos.
El final de su vida se vería rodeado por la ingratitud de una España gobernada por el Conde-Duque de Olivares quien no le tenía ninguna simpatía. Su postrero viaje a Madrid en busca de los recursos necesarios para luchar en Flandes le sumieron en la enfermedad y en el desánimo ante los nulos avances de su gestión. Incluso tuvo el valor de negarse a regresar al mando de sus tropas si no era con unas garantías mínimas de poder llevarlas a la victoria en el campo de batalla. Finalmente fue destinado a Italia donde se vio involucrado en otro de los errores políticos de Olivares a propósito de la sucesión en Mantua.
La puntilla final puede que se la diera su propio hijo. Viejo, cansado, deprimido y humillado, conoció que, en un acto para él impensable e imperdonable, su vástago había huido rompiendo cincha del campo de batalla del puente de Cariñán, junto al resto de tropas españolas. No extraña que en su propio lecho de muerte pudiera decir: “me han arrebatado la honra, la reputación y la salud”. Murió en Castelnuevo Scrivia en 1630.
Jose Ignacio Benaviedes nos presenta un libro muy interesante, escrito y documentado por un apasionado y experto en aquella época. Con el tiempo será objeto de una segunda lectura más reposada que esta primera (es muy complejo el análisis de un conflicto como el Flandes, tan largo en el tiempo, al que se le sumó la endiabladamente complicada Guerra de los Treinta años), He leído un buen libro de historia, política y diplomacia, y he disfrutado del acercamiento a la personalidad de uno de nuestros grandes olvidados, Ambrosio Spinola, un magnífico Capitán General de los Tercios de Flandes.
¡Santiago, cierra España!