martes, 5 de febrero de 2019

PASEOS CON SARA. LETRÁN (1ª PARTE), OMNIUM URBIS ET ORBIS ECCLESIARUM CAPUT ET MATER.



Monumental fachada de San Juan de Letrán, Roma. Obra de Alessandro Galilei

       Voy a pasar página de lo sucedido aquella tarde-noche de sábado tras visitar la Basílica de Santa María la Mayor. El SPA del hotel, la cena romántica y el postre…entran dentro de la imaginación de cualquiera, también de la mía. Por eso voy directo a relataros lo sucedido la mañana siguiente, tras una reparadora ducha (doy fe que el agua de Roma también está muy fría) y un gran desayuno en el buffet libre del Venetia Palace. Ni que decir tiene que, Sara, mi planificadora turística y guía particular había diseñado un domingo ameno, interesante y muy denso en historia y arte. Paso a contároslo someramente…
        –Creo que será mejor dejar el Vaticano para otro día –Sara comenzaba por descartar aquel lugar con su pragmatismo habitual–. Hoy hay bendición dominical del Papa y más gente de lo normal. Te aseguro que se ve mejor por la televisión. El Papa se dirige a los fieles desde el balcón de sus aposentos en los Palacios Vaticanos y, desde la plaza, no es más que un puntito blanco enmarcado por una mole pétrea anaranjada. Lo que sí es de verdad espectacular y emocionante, es venir a la bendición Urbi et Orbi el día de Navidad. Es un acto muy vistoso por la presencia de tropas de todas las armas italianas frente a la Guardia Suiza Vaticana, todos vestidos de gala, parando ante la fachada de la Basílica tras cruzar la plaza de San Pedro con sus bandas musicales tocando himnos oficiales y marchas militares. Y, por supuesto, lo más importante, recibir la bendición del Papa más cerca, desde el balcón central de la fachada principal de la Basílica de San Pedro; siempre es bonito y reconfortante para quien se siente católico
        –Pues habrá que sacrificarse y venir a Roma en Navidad –bromeé.
        –Hoy había preparado una visita muy especial. Quería llevarte al origen… –Sara cambió de tono de voz y de tema de conversación; me dejó servida la obligada pregunta.
        –¿El origen de qué?
        –Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput.
        –Si es que suenas bien hasta en latín ­–me chanceé–, lo malo es que mi nivel en lenguas muertas es tan bajo que me quedé en “urbi et orbi” y en “patris, et filii, et spititus sancti” y, aun así, no sé si lo escribiría o pronunciaría con corrección.
        –¡Qué bobo! Venga, vamos al Trombetta a tomar un café.
        –Me parece que el Trombetta sí que va a ser el origen de todo    –comente jocoso, aquel bar con su sabroso ristretto parecía el cuartel general de nuestras operaciones turísticas, siempre comenzábamos allí.
        Una vez que tomamos nuestro café reglamentario, salimos del bar y nos volvimos a adentrar en Termini para atravesar la estación.
        –Podríamos coger el metro, pero prefiero que vayamos andando, me parece más romántico. –Sara me guiñó.
        –Pues perfecto. Hermosa dama, permítame ofrecerle mi fornida extremidad superior derecha para que pueda asirse –le sugerí con pomposa pedantería, haciendo un aspaviento considerable.
        –Pero que payasete estás hecho. Anda…vamos –Sara se agarró a mi brazo y apoyó su cabeza sobre mi hombro, aparentemente resignada a aguantar mis chacotas. Seguidamente se puso seria y se arrancó a hablar en modo guía turístico–. Pasaremos junto a Santa María la Mayor y recorreremos la Vía Merulana. Como te decía antes en latín, vamos a la “cabeza y madre de todas las iglesias de la ciudad y del mundo”.
        –Hubiese jurado que ese honor lo tenía el Vaticano –comenté profano.
        –Pues no. Ese honor lo tiene, la Archibasílica de San Juan de Letrán. Te haré una breve exposición histórica mientras nos acercamos. Verás, la zona de Letrán se asienta en una parte de la ciudad que en la época imperial estaba en las afueras, poblada por familias pudientes.
        –¿Cómo la colina del Esquilino? Creo recordar que algo me dijiste ayer sobre eso.
        –Algo parecido. Una de esas familias pudientes era la de los Plauti Laterani que vieron como sus propiedades eran confiscadas por Nerón tras caer en desgracia.
        –Nerón no solía hacer “prisioneros”.
        –Exacto. Gran parte del área de Letrán pasó entonces a manos imperiales. Ya a principios del siglo IV, Fausta, la esposa de Constantino y hermana de Majencio…
        –¿Los de la batalla del Puente Milvio? –pregunté.
        –Los mismos. Verás, Fausta era cristiana y prestaba su palacio como lugar para celebrar el culto de su religión, puesto que, como aun sufrían persecuciones, a los cristianos no se les permitía tener templos y se veían obligados a reunirse en viviendas particulares que, ocasionalmente, ejercían de iglesias y recibían el nombre de Domus Ecclesiae. Pues bien, Constantino se dio cuenta de que ya era imposible frenar la expansión de esta religión dentro del imperio e, imagino que, influenciado por su mujer, Fausta, y por su madre Elena, Santa Elena, también cristiana, decidió que era conveniente que se le apareciera una cruz en sueños, quizá fuera verdad, signo bajo el cual saldría victorioso en la batalla que le enfrentaría a su rival y cuñado Majencio, la famosa batalla del Puente Milvio; Constantino no solo venció sino que su enemigo murió ahogado en el Tiber.
        –Muy oportuno el sueño. Aunque por lo que sé, Majencio no estuvo muy espabilado al salir al encuentro de Constantino en vez de atrincherarse en la ciudad.
        –Sí, no anduvo fino Majencio. El caso es que, Constantino se hizo con el poder y en el 313, promulgó el edicto de Milán con el que la religión cristiana dejó de ser perseguida. Es entonces cuando comienzan a construirse las primeras iglesias. Constantino y Fausta donaron su palacio al Papa junto al inservible campamento de Majencio que estaba al lado, que fue destruido, convirtiendo aquella zona en la primera sede de la religión cristiana, formando lo que llamamos el complejo lateranense. Hasta este momento, al no haberse permitido la construcción de templos cristianos no había un modelo de iglesia. La nueva religión buscó en los edificios romanos alguna construcción que se adaptara a sus necesidades y la encontró en la Basílica, edificio puramente civil en el Imperio pero que por su capacidad y amplitud servía perfectamente para congregar a gran cantidad de fieles. Así surgió la primera basílica, la de Letrán, consagrada por el Papa San Silvestre en el 324 d.c. Por eso es el comienzo de todo, Letrán fue durante más de mil años la sede del papado. De hecho, sigue siendo la sede del obispo de Roma, el Papa, y es territorio vaticano, es una zona que goza del derecho de extraterritorialidad, como otros palacios y templos en Roma, todo esto se acordó en los Pactos de Letrán en febrero de 1929, entre la República italiana y el Vaticano –En aquel momento, el obelisco de Letrán ya se anunciaba al final de la calle–. La historia de Letrán está muy unida a incendios, saqueos, terremotos, abandonos…etc. Con la llegada de los bárbaros fue devastada; primero entraron los visigodos de Alarico y luego los Vándalos de Genserico haciendo saña especialmente en esta zona famosa por sus riquezas. Tras la caída del Imperio romano en el 476, las diferentes tribus bárbaras se pasearon por Europa luchando entre sí sin que hubiera un poder preponderante. Esto se prolongó hasta la llegada de Carlomagno, el Papa León III le coronó emperador aquí en Roma el día de Navidad del año 800. Enseguida veremos los restos de uno de los salones que mandó construir el Papa para acoger los fastos que acompañaron a esa ceremonia, en un lateral del edificio que alberga la Scala Santa, que la tradición dice que eran las escaleras del pretorio de Pilato, las mismas que transitó Cristo en la pasión, aunque no hay una base histórica que lo avale, como muchas otras cosas relacionadas con las reliquias. ¿Te cansas?
        –No, al contrario. Estoy desempolvando algunos conocimientos y archivando muchos otros. Sigue.
        –Tras este paréntesis carolingio en el que la iglesia se vio protegida por el poder de los francos comenzó una prolongada decadencia en Roma, primero saqueada por los musulmanes y luego consumida por intensas y continuas luchas nobiliarias. La ciudad se despobló y se hizo muy peligrosa, incluso recibió el apodo de Roma Turrita, porque estaba llena de torres defensivas, cada palacio, cada familia poderosa fortificaba sus posesiones aprovechando a veces las ruinas romanas. La puntilla fue el traslado de la residencia del papa a Avignon en Francia entre 1309 y 1377 (ciudad que pertenecía a los estados pontificios) y el cisma de occidente que vino a continuación, entre 1378 y 1417; durante 40 años hubo dos papas con sede en Roma y Avignon, algún tiempo, incluso tres. Por fortuna, en el Concilio de Constanza se eligió a Martín V como único Papa y se acabó el problema. Recuerda este nombre porque es importante
        –Ok. Archivado Martín V como personaje importante en Letrán.
        –Martín V regresó a Roma en 1420, si no recuerdo mal, y se encontró con que Letrán estaba en un estado ruinoso. Entonces decidió instalarse en el Vaticano, fue el definitivo cambio de la primera sede de la cristiandad. El peso de la tumba de Pedro inclinó la balanza a favor del Vaticano; se había convertido en el principal centro de peregrinaje del mundo cristiano. No olvides que San Juan de Letrán no es un templo martirial, no se erigió sobre la tumba de algún santo o mártir, de hecho, se consagró a Cristo Salvador aunque, con el tiempo, también se dedicaría a los santos Juanes, evangelista y bautista, como reza en su fachada –En aquel momento Sara interrumpió su extensa narración mientras cruzábamos la Piazza San Giovanni in Laterano para detenernos junto al monumental Obelisco­–. Y llegó el pontificado de Sixto V…
       Obelisco, Palacio renacentista de Doménico fontana a la izquierda, fachada lateral de la basílica con la logia de las bendidiones y las torres medievales, y Baptisterio a la derecha. Plaza Juan Pablo II
    –¡Hombre!  Mi admirado e hiperactivo Sixto V con su sufrido arquitecto Doménico Fontana. Leí ayer en un folleto que el tal Fontana no era un gran artista, pero que era un tipo con gran capacidad técnica y de trabajo, alguien muy serio, constante y cumplidor, que le vino al Papa como anillo al dedo.
        –Leíste bien. Sixto V convirtió Roma en la envidia de las ciudades del s. XVI. Era un hombre que actuaba sin contemplaciones, destruyó tanto como construyó. En el caso de Letrán, abrió este espacio a la ciudad con amplias avenidas como la Vía Merulana por la que hemos venido que la une a Santa María la Mayor o la Vía San Giovanni in laterano que lleva al Coliseo.    
        –Y se dedicó a señalizar los lugares importantes de Roma a base de obeliscos. Un poco caprichoso, costoso y llamativo, ¿no? –pregunté con cierta gracia.
        –Estaba obsesionado con los obeliscos. Alguien le recordó que éste en concreto estaba desaparecido y lo mandó buscar.
        –Y lo encontró por lo que veo.
        –Cierto. Este es el obelisco más alto y el más antiguo de los erigidos en Roma. Tiene más de treinta y cinco siglos. Proviene de la ciudad de Tebas y llegó aquí traído por el hijo de Constantino. Su padre quería llevarlo a Constantinopla y construyó un enorme barco para ello, aunque no llegó a ver su idea hecha realidad. Finalmente, su hijo lo instaló en la Spina del Circo Máximo a los pies de la colina del palatino.
        –El circo más grande del mundo.
        –Exacto. Algún autor ha llegado a estimar en 300.000 personas su capacidad. Pero ya iremos por allí… Te decía que hallaron el obelisco bajo varios metros de sedimentos y partido en tres. Fíjate que se pueden ver las cicatrices de su ensamblaje.
        –Y Fontana se encargó de traérselo dando un paseo –ironicé pues la distancia era considerable tratándose de aquella mole.
        –Sí, no sin antes quitar de aquí la estatua de Constantino, bueno…en aquel momento se pensaba que era la estatua de Constantino, hoy sabemos que es la de Marco Aurelio; se la llevaron a la colina capitolina, se puede ver dentro de los museos capitolinos, han dejado una réplica a la intemperie en la Piazza del Campidoglio. Y en la base del obelisco hay escrita una frase que me ayuda a presentarte otro edificio “Constantinus a silvestro hic baptizatus”. Ese edificio octogonal de ladrillo es el baptisterio de Constantino, como reza la frase, bautizado aquí por el papa Silvestre.
        –Nada espectacular. Al menos por fuera.
        –Sí. Por dentro cambia la cosa, te lo aseguro. Luego iremos. Al principio los baptisterios estaban separados de las iglesias, ocupaban edificaciones individualizadas. Son típicos de los primeros momentos del cristianismo postconstantiniano. Son edificios de planta circular o poligonal que se erigían bajo la advocación de San Juan Bautista.
        –Muy lógico –afirmé.
        –No sé si habrás visto alguno.
        –El del Duomo de Florencia.
        –Precioso. Eran construcciones dedicadas exclusivamente al bautismo, cuando éste se realizaba por inmersión; una enorme pila se situaba en su centro. Pero sigamos…Por toda esta zona se ven restos del lienzo de la imponente muralla Aureliana, también del acueducto Aqua Claudia. Vamos, dejemos la Basílica para luego. Ahora paseemos por los alrededores.
        Sara me llevó hacia la fachada principal de la Basílica.

        –El palacio renacentista que acabamos de rodear, que está adosado a la basílica es obra de Sixto V y Doménico Fontana. Ahora es la sede del obispado del Roma y forma parte también de los Museos vaticanos. Tiene una visita guiada interesante, es en italiano, pero se comprende perfectamente, al menos con el guía que me tocó en suerte, dijo que se le entendería y así fue. Sixto V derribó lo que quedaba del anterior palacio papal. De hecho, lo único que queda en pie es parte de ese edificio de allí ­–Sara me señalo hacia la izquierda–. Sixto V conservó lo que era la capilla de los Papas a la que tenía gran devoción por albergar una figura de Cristo Salvador que la tradición asegura que no está hecha por mano humana. En esa capilla mandó poner la siguiente frase “Non est in toto sanctior orbe locus”, (no hay un lugar más santo en toda la tierra). En esta capilla también se veneraban las cabezas de San Pedro y San Pablo, ahora en el interior de la Basílica. Y para subir a la capilla, trasladó lo Scala Santa y la puso allí.
Scala Santa. Restos del triclinio de León III abajo.


        ­–Aquella del pretorio de Pilatos.
        –Exacto. Y si recuerdas los triclinios que te comenté que había hecho construir León III para la coronación de Carlomagno. Pues ese espacio con esa bóveda es lo único que queda de uno de ellos –Sara me los señaló en la parte de atrás del edificio de la Scala Santa­–. Si te das la vuelta verás un lienzo de la imponente muralla aureliana con las monumentales Puertas de San Giovanni y Asinaria.
Porta de San Giovanni y al fondo la Parta Asinaria
        –Debía de ser una muralla espectacular.
        –Lo era y lo es, son muchos los tramos de lienzo amurallado que aún están en pie. De los 19 Km de los que constaba se conservan algo más de 12. Ayer vimos algún espacio en torno a la Porta Tiburtina no muy lejos de Termini. Aquí hay una zona espectacular amurallada entre Letrán y Porta Maggiore, puerta que construyera el emperador Claudio para monumentalizar la llegada del acueducto Aqua Claudia a la ciudad que pasa tras la Basílica de Santa Croce in Gerusalem. Un paseo muy recomendable. Y este es un monumento a San Francisco. El nombre del de Asís está muy ligado a Letrán porque aquí vino para solicitar del Papa permiso para fundar la orden franciscana, lo cual fue todo un acierto.
Monumento a San Francisco
        –¿Y eso?
        –Hay quien cree que Francisco obró con mucho tino al ponerse, desde el primer momento, bajo la autoridad papal. Si comparas su ideario con el de algunas herejías de la época…no hay tantas diferencias. Pero al final, el papa Inocencio III aprobó la regla franciscana. Y ahora vayamos a ver los interiores de basílica, baptisterio y Scala Santa, al menos, lo que podamos. Los domingos, las celebraciones litúrgicas obligan a cambiar las visitas. Pero nos arreglaremos.
        –Seguiré bebiendo de tus explicaciones, aunque me haría falta desbeber algo antes –bromeé sin obviar cierto apuro fisiológico ya. 
         –Se va notando la edad, ya empiezas con la incontinencia, ¿te has mirado la próstata? –Sara rio y me señaló una cafetería cercana en el Viale Carlo Felice, frente a los jardines del mismo nombre que unían Letrán con Santa Croce in Jerusalem. Cruzamos la calle e hicimos un receso; con ristretto, por supuesto.

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