domingo, 28 de febrero de 2021

EL JUEZ HARBOTTLE, DE JOSEPH SHERIDAN LE FANU

 

      
      “El juez Harbottle” es uno más de los relatos góticos, de terror y misterio, de Joseph Sheridan Le Fanu, encuadrado dentro de “Los archivos del doctor Hesselius”. En él se narran los extraños hechos acaecidos en la casa encantada de Westminster, morada del juez Harbottle.
        Elijah Harbotle es un severo, cruel, y sarcástico juez de un tribunal común, que no muestra piedad alguna con sus reos; es conocido por su inclinación a dictar la pena de muerte. Su intervención en el juicio de Lewis Pyneweck, acusado de estafa será el hilo conductor de la narración. Se da el hecho de que el juez había acogido a la esposa e hija de ese mismo delincuente, después de que éste hubiera malgastado los bienes de su mujer, la hubiera maltratado y, finalmente, la hubiera echado de casa. El juez convierte a Flora Carwell, la esposa de Pyneweck, una mujer madura y hermosa, pero insolente y zafia, en su concubina, aunque oficialmente y, para guardar las apariencias, ejerza de ama de llaves.
        Harbottle recibe entonces la visita de un personaje extraño y aparentemente viejo y jorobado, que le avisa de una posible conspiración para juzgarlo por prevaricador. A pesar de esta singular visita, que el juez, después de mucho discurrir, atribuye al propio Pyneweck disfrazado, o algún familiar suyo que se le parece, se produce el juicio y la condena a muerte del estafador. Días después, el juez recibe unas cartas que ahondan en la supuesta conjura para procesarlo por malas prácticas.
        Una noche, a la salida del teatro, el juez Harbottle se queda dormido recostado en su coche de caballos mientras espera a unos amigos para irse de francachela. Es entonces cuando su mundo real se verá invadido por el de los sueños, y será allí donde sufra una aterradora captura, un despiadado juicio, y un cruel aherrojamiento. El juez padecerá el encuentro con varias figuras fantasmagóricas a las que él mismo condenara en su día, la de un excriado suyo al que despidió tras acusarlo de robo, y que había fallecido enfermo en la cárcel, contemplará su propio patíbulo, con el verdugo que sostiene la soga que rodeará su cuello, soportará la crueldad de un juez inmisericorde que le condenará a muerte y que resulta ser una visión deformada y espectral de él mismo, una figura que magnifica su falta de empatía con el reo, que duplica su tamaño convirtiéndola en más espantosa si cabe, y, finalmente, acabará condenado, abatido y derrotado en manos de unos extraños herreros, de fuerte complexión y grandes cabezas, que serán los encargados de ponerle los grilletes.
        Tras este sueño el juez se mostrará inquieto y desasosegado, lo que lleva a su médico a recomendarle descanso y retiro en un balneario. La noche antes de que la onírica sentencia a muerte se deba llevar a cabo, mientras se ultiman los preparativos de la partida del juez a su lugar de reposo, unas extrañas apariciones sobresaltan a los moradores de la casa encantada de Westminster, algo que ya no sólo afectará al juez, dado que su concubina, la hija de ésta, y una criada, las contemplan. ¿Será el juez Harbottle capaz de zafarse de la presencia de todos esos espectros? ¿Podrá hacer frente a esa imagen ampliada y cruel de sí mismo que no se puede quitar de la cabeza, y que le ha condenado a ser colgado por el cuello de una soga hasta la muerte?


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