domingo, 7 de marzo de 2021

CABO TRAFALGAR DE ARTURO PÉREZ-REVERTE.

 

      Ayer leí por segunda vez la novela de Arturo Pérez-Reverte, “Cabo Trafalgar”. Estaba a pocos capítulos de acabar el “Trafalgar” de Benito Pérez Galdós con el que arrancan los Episodios Nacionales, y me decidí por endilgarme ambas a la vez.
        Respecto a “Cabo Trafalgar”, de Pérez-Reverte… ”Nihil novum sub sole” (nada nuevo bajo el sol). El estilo narrativo del cartagenero nunca deja indiferente (a mí me suele divertir). Parece ser que la editorial le encargó la novela para conmemorar el 2º centenario de aquel famoso enfrentamiento, que supuso la derrota de la flota franco-hispana, al mando del incompetente almirante Villeneuve, a manos de la inglesa capitaneada con pericia por el almirante Nelson.
        Quien haya leído la novela corta de Reverte (para mí divertidísima) “La sombra del Águila”, reconocerá en “Trafalgar” su estilo ágil y directo, ese tono jocoso y mordaz con el que el autor nos acerca a la cruda realidad de la tragedia de la guerra a través de unos personajes que se perciben verídicos y cercanos. En este caso el autor embarca a sus protagonistas en una nave ficticia, el “Antilla”, aclara él mismo que es una licencia novelesca que le sirve para abordar el grueso de lo sucedido aquella jornada del 21 de octubre de 1805 con fidelidad gracias a una amplia documentación. Pérez-Reverte nos presentará los hechos de manera detallada y convincente con ese original lenguaje suyo llano, directo y fácilmente comprensible, con sus clásicas onomatopeyas sobre los ruidos de la batalla, tacos y palabras soeces, acudiendo a la jerga gaditana, y a la de los marineros ingleses y españoles, con desparpajo y gracia, aunque con cierto anacronismo.
        En cuanto a la narración, el autor nos relata desde el punto de vista hispano cómo transcurrió aquella fatídica jornada. Aprovecha para hacer una exposición de la situación política del momento, de la desastrosa alianza con la Francia de Napoleón, y de la superioridad militar y organizativa de la Armada Británica, a la vez que ensalza el valor y el patriotismo de los comandantes españoles (recordemos nombres como Gravina, Alcalá Galiano o Churruca), de su marinería mal preparada y pertrechada, y de los soldados de leva forzados a embarcar sin experiencia alguna; hombres que dejaron su vida frente al cabo Trafalgar batiéndose con honor.
        Así, frente a la historia real, el grueso de la acción novelada recae en el imaginario “Antilla” y su tripulación, especialmente en las decisiones militares del comandante Carlos de la Rocha asistido por el guardiamarina Ginés Falcó, y en las peripecias de Nicolas Marrajo, marinero enrolado a la fuerza por el teniente de fragata Ricardo Maqua.
        Para terminar, he de comentar que, si bien es verdad que el autor hace alarde de un profundo conocimiento del mundo de la navegación y la marina, puede que, a alguien profano (caso de servidor) quizá, en algunos momentos, le cueste seguir la narración entre tanto tecnicismo naval.

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