“La estatua de bronce”, de Lindsey
Davis, es la segunda entrega de la larga saga ambientada en la Roma del s. I, siendo
Emperador Vespasiano, y que protagoniza el ya célebre detective, Marco Didio
Falco. Este libro es la continuación de “La
plata de Britania” que ya reseñé(lo dejo enlazado por
si alguien quiere consultarlo).
Tras
el breve e imposible romance con Helena Justina, Marco es contratado de nuevo
por Vespasiano para investigar la muerte de un sacerdote en su templo en Roma.
Para ello, el protagonista será enviado al sur de Italia para tratar de
averiguar el paradero del principal sospechoso, el liberto Barnabas, antiguo
esclavo de Atio Pertinax, exmarido de Helena Justina fallecido en la
conspiración del libro anterior, quién, además, parece tener una especial
inquina hacia el Falco.
Marco tratará de
ocultar sus pesquisas utilizando como tapadera unas supuestas vacaciones en
compañía de su despierto y joven sobrino Lario, con el que se dedicará a vender
los lingotes de plomo “extraviados” tras el desenlace de la anterior entrega de
la saga, y de la familia al completo de su buen amigo Petronio Longo, guardia
del Aventino.
A lo largo de
este azaroso periplo los protagonistas visitarán Caprae, Pompeya o Herculano,
años antes de que se produjera la funesta erupción del Vesubio. La autora nos acercará
a cómo pudo ser la vida de las gentes que habitaban aquella zona de Italia,
desde las más humildes, hasta los senadores y políticos rurales que hacían
fortuna y conspiraban esperando alcanzar el ansiado poder que les llevara a
poder influir en la Roma imperial. Falco se paseará por los bajos fondos de los
pequeños pueblos pesqueros a la vez que visitará las grandes Villae de los
acaudalados jerarcas locales haciéndose pasar por comerciante de tuberías de
plomo.
En esa trepidante búsqueda del liberto volverá a coincidir con Helena
Justina que se aloja en la Villa de la Campania del ex cónsul y anciano
Caprenio Marcelo, padre adoptivo de su exmarido fallecido Atio Pertinax, y hará
frente a una peligrosa confabulación relacionada con el comercio del preciado
grano que alimenta a la capital del Imperio.
Ahora
es el momento de leerlo si os apetece, así sabréis si Marco retoma su amor
imposible con Helena Justina, y si saldrán todos airosos del acoso del pérfido y
peligroso Barnabas, un hombre misterioso, inteligente y con recursos. El
desenlace de la novela se producirá una vez nuestros protagonistas hayan vuelto
a la Roma de Vespasiano.