jueves, 19 de julio de 2018

EL SECRETO DEL INQUISIDOR DE CATHERINE JINKS




       El sur de Francia, especialmente la zona del Languedoc, fue durante la Edad Media un lugar donde los movimientos heréticos se extendieron con fuerza. Aquellas tierras vieron nacer y crecer corrientes religiosas como la cátara o la valdense.
La acción de la novela se sitúa en la ciudad de Narbona, en el año 1321, lugar y tiempo donde está produciéndose un resurgimiento herético; los llamados beguinos siguen las enseñanzas de San Francisco llevándolas hasta sus últimas consecuencias a espaldas del oficialismo de Roma.
Helié Bernier, alias Helié Seguier, reside en Narbona disfrutando de su nueva vida, ejerciendo el honorable oficio de fabricante de pergaminos. En su juventud, Helié había vivido con intensidad la doctrina cátara hasta que topó con el inquisidor de Toulouse, Bernard Gui, quien le convirtió en agente suyo como forma de redimir su sacrílego pecado. A esta labor se dedicaría durante años, a la de infiltrarse entre los herejes para luego delatarlos ante el tribunal de la Santa Inquisición.
         Pero, el inquisidor de Toulouse, Bernard Gui, encontrará al retirado y desaparecido Helié, y le conminará a que vuelva a trabajar para él; tendrá que hacerse pasar por beguino. El protagonista entrará en contacto con un grupo de herejes que se han hecho con las reliquias de Pierre Olivi, fraile franciscano inspirador de la doctrina beguina que clama por una vida en pobreza. (Sus reliquias en la historia real desaparecieron, surgiendo, con el tiempo, varias teorías sobre su paradero) Además, Helié deberá buscar la verdad sobre la desaparición del agente de la inquisición que le precediera en su labor, Jacques Bonet, y enfrentarse a los peligros que supone desenmascarar a quienes han proporcionado esas reliquias a los beguinos contraviniendo a la propia inquisición.
         Helié revivirá su pasado a través del joven Martín Moresi, su aprendiz, en el que observa muchas de sus propias cualidades. El joven Martín se verá involucrado peligrosamente, por culpa de su maestro, en el caso de los beguinos.
         La novela se desarrolla en torno a hechos y personajes reales (el propio inquisidor, Bernard Gui, es un ejemplo). La autora elucubra sobre el paradero de las reliquias de Pierre Olivi, y utiliza a protagonistas que de una u otra manera tuvieron algo que ver con el mundo herético y se relacionan con juicios o intervenciones de la inquisición, como es el caso de los beguinos que aparecen en el texto: Blaise Bouer, Bernard Banchi, Berengaria Donas, Imbert Rubei, Guillelma Roger, Guillaume Ademar o Pierre Espere-en-Dius, todos afectados por procesos inquisitoriales resueltos de diversas maneras.
         El libro nos acerca a ese mundo enigmático y clandestino de las herejías del Languedoc francés, en medio de la oscura, pertinaz y cruel actividad de los tribunales de la herética pravedad en la persecución y erradicación de todo apostasía y sacrilegio. No hay que olvidar que, un siglo antes, cátaros y valdenses fueron diezmados hasta extinguirse a raíz de la llamada a la cruzada de 1209 por parte del Papa Inocencio III.
El libro forma parte de la trilogía que Catherine Jinks dedicó al Inquisidor Bernard Gui. Lo que más me ha gustado es el tratamiento que la autora hace del personaje principal, Helié, dotándole de una capacidad de observación extraordinaria; describe de manera muy detallada y detectivesca escenas y personas.
Os dejo mi reseña con mis mejores deseos. Saludos.

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