El sur de Francia, especialmente la
zona del Languedoc, fue durante la Edad Media un lugar donde los movimientos
heréticos se extendieron con fuerza. Aquellas tierras vieron nacer y crecer corrientes
religiosas como la cátara o la valdense.
La acción de la novela se
sitúa en la ciudad de Narbona, en el año 1321, lugar y tiempo donde está
produciéndose un resurgimiento herético; los llamados beguinos siguen las
enseñanzas de San Francisco llevándolas hasta sus últimas consecuencias a
espaldas del oficialismo de Roma.
Helié Bernier, alias Helié
Seguier, reside en Narbona disfrutando de su nueva vida, ejerciendo el honorable
oficio de fabricante de pergaminos. En su juventud, Helié había vivido con
intensidad la doctrina cátara hasta que topó con el inquisidor de Toulouse,
Bernard Gui, quien le convirtió en agente suyo como forma de redimir su sacrílego
pecado. A esta labor se dedicaría durante años, a la de infiltrarse entre los
herejes para luego delatarlos ante el tribunal de la Santa Inquisición.
Pero,
el inquisidor de Toulouse, Bernard Gui, encontrará al retirado y desaparecido
Helié, y le conminará a que vuelva a trabajar para él; tendrá que hacerse pasar
por beguino. El protagonista entrará en contacto con un grupo de herejes que se
han hecho con las reliquias de Pierre Olivi, fraile franciscano inspirador de la
doctrina beguina que clama por una vida en pobreza. (Sus reliquias en la
historia real desaparecieron, surgiendo, con el tiempo, varias teorías sobre su
paradero) Además, Helié deberá buscar la verdad sobre la desaparición del
agente de la inquisición que le precediera en su labor, Jacques Bonet, y
enfrentarse a los peligros que supone desenmascarar a quienes han proporcionado
esas reliquias a los beguinos contraviniendo a la propia inquisición.
Helié
revivirá su pasado a través del joven Martín Moresi, su aprendiz, en el que
observa muchas de sus propias cualidades. El joven Martín se verá involucrado
peligrosamente, por culpa de su maestro, en el caso de los beguinos.
La
novela se desarrolla en torno a hechos y personajes reales (el propio inquisidor,
Bernard Gui, es un ejemplo). La autora elucubra sobre el paradero de las
reliquias de Pierre Olivi, y utiliza a protagonistas que de una u otra manera
tuvieron algo que ver con el mundo herético y se relacionan con juicios o
intervenciones de la inquisición, como es el caso de los beguinos que aparecen
en el texto: Blaise Bouer, Bernard Banchi, Berengaria Donas, Imbert Rubei,
Guillelma Roger, Guillaume Ademar o Pierre Espere-en-Dius, todos afectados por
procesos inquisitoriales resueltos de diversas maneras.
El
libro nos acerca a ese mundo enigmático y clandestino de las herejías del
Languedoc francés, en medio de la oscura, pertinaz y cruel actividad de los
tribunales de la herética pravedad en la persecución y erradicación de todo apostasía
y sacrilegio. No hay que olvidar que, un siglo antes, cátaros y valdenses
fueron diezmados hasta extinguirse a raíz de la llamada a la cruzada de 1209
por parte del Papa Inocencio III.
El libro forma parte de la
trilogía que Catherine Jinks dedicó al Inquisidor Bernard Gui. Lo que más me ha
gustado es el tratamiento que la autora hace del personaje principal, Helié, dotándole
de una capacidad de observación extraordinaria; describe de manera muy
detallada y detectivesca escenas y personas.
Os dejo mi reseña con mis
mejores deseos. Saludos.
Gracias.
ResponderEliminar