jueves, 21 de junio de 2018

EL CAPITÁN ALATRISTE DE ARTURO Y CARLOTA PÉREZ-REVERTE



       Este libro es un clásico entre mis clásicos de ahora, como en su día lo fueron los libros de guerra de Sven Hassel o las sagas sobre el Egipto de los faraones de Christian Jacq. Confieso que en esas temporadas en las que no hallo el camino de la creación, me aburro más de lo habitual o no encuentro sentido a aquellos quehaceres que me aportan algo en la anodina y monótona normalidad de la vida, busco refugio en lecturas como las de Alatriste. Tengo la colección entera desde hace tiempo y la releo como lo hago con “la sombra del águila”; son libros de Pérez-Reverte que admiro, que me siguen divirtiendo a pasar de que los he abierto muchas veces para devorarlos, pero es que la forma de llevar la narración, la época en la que transcurren y el especial vocabulario de la España de aquel tiempo que con tanta maestría utiliza el autor forman un conjunto que me fascina; reconozco que me provocan verdadera envidia y me acomplejan, en cierto modo, literariamente hablando.
        El capitán Alatriste es el primero de la saga sobre la vida del veterano de los tercios de Flandes; inmenso, ilustre y ya inmortal personaje creado por Reverte. La historia está narrada por Íñigo Balboa, hijo de un soldado fallecido en Flandes y camarada de Diego Alatriste, quien comparte las aventuras y desventuras de su mentor. Este primer volumen está ambientado en el Madrid de Felipe IV, en el momento que ocurrió un hecho real como fue la llegada a la ciudad, sin previo aviso, de Carlos I de Inglaterra (heredero al trono inglés) y el Duque de Buckingham. Los movimientos de la corte a este respecto y las luchas palaciega se trasladarán a la calle de manos de los protagonistas creando con maestría una mezcla de situaciones que resultan emocionantes y verosímiles.
A los citados personajes históricos ingleses se les suman otros como el Rey Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, Francisco de Quevedo o Lope de Vega. Redondea la narración la riqueza de personajes novelescos que van encajando en esa trepidante aventura como el Conde de Guadalmedina, Luis de Alquézar y su sobrina Angélica de Alquézar, de cuya pueril hermosura se enamora el joven narrador de la historia, el malévolo inquisidor dominico Fray Emilio Bocanegra o el sicario espadachín italiano Gualterio Malatesta.
El Madrid intrigante y traicionero de la corte y el peligroso, sucio y bullicioso de sus calles suavizan su tono en el interior de la Taberna del Turco, lo hacen más amable. Es allí donde nuestros protagonistas comparten mesa, tertulias y aventuras con actores secundarios sencillos, entrañables, leales, cercanos y repletos de valores (a su manera)  como Caridad la Lebrijana, que regenta el local y tiene una relación con nuestro protagonista, el alguacil Martín Saldaña, el licenciado Calzas, Juan Vicuña, El dómine Pérez o el Tuerto Fadrique. Todos estos personajes secundarios aportarán su granito de arena a un relato que gira en torno al gran protagonista de la saga, Diego Alatriste. Creo que es difícil perfilar la sicología de un personaje con tanta precisión como lo hace Reverte, dibujando al hombre, al espadachín de alquiler, al soldado y amigo leal, y al hombre franco, duro, fiel, con sus particulares conceptos de honor, honra o justicia llevados hasta las últimas consecuencias.
Para finalizar os quiero recomendar el discurso que Pérez Reverte leyó cuando entró en la Real Academia de la Lengua sobre “El habla del Bravo del S. XVII”, un estupendo estudio sobre la lengua de germanías que tanto utilizó para ambientar esta saga. Os lo dejo enlazado, por si os interesa.
Hoy me despido como lo haría, con cierta urgencia, un veterano soldado de los gloriosos tercios, o un bravo y valentón cualquiera de aquella época que tiene que salir por piernas…
Amigos… las afufo, ¡Peñas y buen tiempo!

2 comentarios:

  1. Siempre he admirado a perez reverte, desde que era corresponsal de televisión, pero he leidl poco sus libros. Gracias 😘

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