"El Milagro de Empel"de Ferrer Dalmau. Extraordinario pintor realista y maestro en plasmar la historia épica española
Es 8
de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción. Pero, ¿de dónde viene esta
tradición tan española? Debemos remontarnos a las jornadas que transcurren
entre el 6-9 de diciembre de 1585…
La guerra de los 80 años comenzó en 1568
y concluyó con la Paz de Westfalia en 1648 que ponía fin a la guerra entre las
Provincias Unidas y España y, por otra parte, a la Guerra de los 30 años que, para
no entrar en detalles, enfrentó a toda Europa.
Por tanto, la rebelión estalló en las
Provincias Unidas en 1568. Aquellas tierras, posesión patrimonial de la Casa de
Borgoña se levantaron contra su Señor, Felipe II, al que ya no consideraban
como a su Padre, Carlos V, nacido en Gante, al que sentían más cercano (recordemos
que Felipe nació en España); se quejaban de que su Señor no se preocupaba de
ellos como súbditos ni de sus intereses.
Pero ciñámonos a las fechas señaladas.
En aquellos días de 1585 el gobernador de los Países Bajos era el gran
Alejandro Farnesio que había tenido una feliz intervención y llevaba la guerra
de manera fructífera para la corona española, tras el fracaso del Duque de Alba
con su política represiva, de Luis de Requesens con su talante moderado y
negociador, y el fugaz gobierno de D. Juan de Austria, hermanastro de Felipe II.
Decidido a llevar la iniciativa, Alejandro Farnesio encomendó al Tercio Viejo
de Zamora, comandado por el Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla,
establecerse en unas posiciones en torno a la Isla de Bommel, situada entre los
ríos Mosa y Wall. Como respuesta, el ejército rebelde de las Provincias Unidas envió
una flota al mando de Comandante Holak a bloquear a las tropas españolas, cosa
que consiguieron. Aislados y en una posición táctica desfavorable Bobadilla rechazó
con cierta altanería la proposición de Holak de rendirse. (Cuentan las crónicas
que la respuesta española fue la siguiente: “los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra, ya hablaremos
de capitulación después de muertos”) Lo cierto es que, ante la negativa
española, Holak ordenó abrir los diques e inundar la Isla de Bommel y nuestros
soldados tuvieron que refugiarse a toda prisa en lo más alto de la zona, el
pequeño montículo de Empel.
Y es en este lugar donde la tradición y
las crónicas sitúa el denominado: “Milagro de Empel”. Las hacinadas y mal
pertrechadas tropas españolas, con las ropas mojadas, sin apenas comida que
llevarse a la boca, ni leña para calentarse, expuestas a las inclemencias del
tiempo, comenzaron a cavar trincheras. La moral era baja y circulaba la idea entre
los hombres de un suicidio colectivo antes de caer en manos del enemigo.
En
este momento, se cuenta que un soldado, cerca de la Iglesia, cavando una
trinchera para protegerse del enemigo y del tiempo, desenterró una tabla
flamenca de rico colorido con la imagen de la Inmaculada Concepción. La
representación mariana fue colocada inmediatamente en un improvisado altar con
la cruz de San Andrés como fondo, emblema borgoñón que utilizaban los ejércitos
de los Austrias y, dirigidos por el Padre Fray García de Santisteban, la tropa
española entonó la salve. Animado por el estallido de fe y resurgimiento moral
de sus hombres, Bobadilla, junto con sus oficiales, decidió resistir y
aferrarse al terreno, pero para eso necesitaban poco menos que un milagro. Y
éste se produce en la madrugada del 7-8 de diciembre; un viento ártico
repentino e inusual congeló las aguas del río y permitió a los españoles salir
de su encierro, transitar las aguas heladas y pasar a efectuar un ataque
sorpresa que infligió una severa derrota a las tropas de Holak.
La tradición atribuye la helada a la
intervención de la Virgen de la Inmaculada quién, desde ese día, se convirtió
en la patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Dos siglos y medio después, el
Papa Pio IX declaró dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen el 8 de
diciembre de 1854. Desde 1892, siendo regente María Cristina de Habsburgo
durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII, se promulgó la Real Orden
mediante la cual se la declaró patrona del arma de infantería española.
Y esa es en esencia, y muy resumida, la
historia del llamado “Milagro de Empel”. Quizá si conociéramos más nuestro
pasado le daríamos más importancia a nuestro presente.
Muy bueno el post
ResponderEliminarGracias. Saludos.
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