Esta
semana he leído el libro “Jaque a la reina muerta” de Carmen Güell. Se trata de una novela histórica que se
adentra profundamente en la vida de Germana de Foix (1488-1536), probablemente
una gran desconocida para muchos, por vivir en un lugar y tiempo donde las
fuertes personalidades históricas, apabullantes algunas (Isabel la Católica,
Fernando el Católico, Carlos V e Isabel de Portugal, Juana la Loca y Felipe el
Hermoso…) han acaparado el protagonismo de los hechos, quedando siempre postergada
a un segundo plano, y más cuando no pudo dar ese ansiado hijo a Fernando de
Aragón; algo que pudo cambiar la historia de nuestras Españas.
La
trama se distribuye en torno a cuatro capítulos que versan sobre las diferentes
etapas de la vida de Germana de Foix; su niñez y adolescencia hasta su
matrimonio con Fernando, su etapa como reina de Aragón con su fallida
descendencia, su infeliz y desgraciado desposorio con el margrave de
Brandemburgo y el duro ejercicio del cargo de Virreina de Valencia y,
finalmente, su último matrimonio concertado con el duque de Calabria con el que
llegó a tener una buena relación, y con el que compartirá el virreinato valenciano
hasta su fallecimiento en 1536.
La
novela está narrada en primera persona por la protagonista, Germana de Foix, en lo que podríamos definir como un repaso a su vida. La acción arranca en 1505 cuando Luis
XII de Francia, tío de Germana, acuerda el matrimonio de ésta con Fernando el
Católico, viudo desde hacía un año. La autora desmenuza la personalidad de
la joven que comienza ya añorando su feliz juventud a pesar de su orfandad,
antes incluso de haber partido hacia España. Germana nos muestra su miedo e
inquietud ante el reto de haber sido nombrada la nueva esposa del todopoderoso
rey de Aragón, su temor a la soledad tras tener que dejar atrás a los suyos,
especialmente a su tía Ana, la reina de Francia y su hermano Gastón, y su inseparable
obsesión y complejo ante la magnitud de la fuerte personalidad y arraigo
popular que ostenta la persona a la que va a sustituir, Isabel de Castilla.
Su
matrimonio, infeliz en lo personal, Fernando la triplica en edad, no tendrá
como fruto un hijo que sobreviva, pero sí contribuirá a que Germana madure y
acabe revelándose como una buena consorte, capaz de llevar a cabo las tareas de
gobierno que su marido comparta con ella.
A
la muerte de Fernando encontrará la dicha junto a su nietastro, Carlos V, con quien
vivirá un intenso romance a pesar de ser 12 años mayor que él (el profesor
Manuel Fernández Álvarez atribuyó en su día a este matrimonio el nacimiento de
una niña “Isabel” por un apunte que hay en el testamento de Germana a su favor).
La relación disparará los comentarios en la corte, por lo que se impuso la necesidad
de acallar dimes y diretes, y de lavar el buen nombre del Emperador con lo que se
acordó su matrimonio con Juan de Brandemburgo, un miembro del séquito de Carlos;
Germana será nombrada virreina de Valencia momento en que tendrá que hacer
frente a la rebelión de las germanías, demostrando dureza y capacidad para
dominar la situación y ejercer el gobierno. Con la llegada de Isabel de
Portugal, la bella futura emperatriz, para casarse con Carlos, la protagonista perderá
toda esperanza de seguir junto a lo que la autora define como “el amor de su
vida”.
Al
poco de quedar viuda de nuevo, Carlos V ordenará su nuevo casamiento con el
Duque de Calabria. Ambos serán nombrados Virreyes de Valencia, y continuarán
con su labor enérgica contra los agermanados y también contra los moriscos. (Como dato curioso me gustaría apuntar que Germana se caso con un Fernando de Aragón dos veces, Fernando el Católico y el Duque de Calabria, ambos se llamaban así. No estaban emparentados, no debemos confundirlos. El duque de Calabria era hijo del Rey de Nápoles, Federico I).
Germana,
murió en Liria, en 1536, aquejada de hidropesía, probablemente debido a las
consecuencias de la obesidad que padecía.
Es
un libro de agradable lectura, y me ha parecido que con una buena y estudiada base
histórica.