viernes, 29 de mayo de 2020

"SIDI", DE ARTURO PÉREZ-REVERTE

          “Sidi”, de Arturo Pérez-Reverte, es el segundo libro que leí el fin de semana pasado. Sabéis que me encanta la prosa del académico, y este libro es un nuevo alarde, una nueva demostración de su conocimiento del lenguaje.
“Sidi” es una novela de tiempos de guerra en la frontera del Duero. En él, el autor ha sido capaz de describirnos la realidad político-social del s. XI desde la grupa de un caballo, de la mano de uno de los míticos personajes de nuestra historia, Ruy Díaz, infanzón natural de la localidad burgalesa de Vivar, Cid, un figura que siempre ha “cabalgado” entre la realidad y la leyenda, sobre el que poco se puede constatar con absoluta veracidad, pero sobre el que se ha escrito mucho; a quién se ha ensalzado y denostado, como siempre, y por desgracia, porque se ha hecho un uso político de su imagen.
Pérez-Reverte afirma que él nos muestra su propio Cid: En él se funden de un modo fascinante la aventura, la historia y la leyenda. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el mío.» También confiesa que ha escrito una “novela sobre el liderazgo” y con toda la razón. Nos describe un caudillo leal a sus parientes y amigos, atento, preocupado y justo con los suyos, a la vez que exigente, firme e inflexible, un Cid capaz de adaptarse a las circunstancias, de ser cruel y despiadado con el enemigo, pero también noble y magnánimo, un observador realista, conocedor del lugar que ocupa en el mundo feudal por el que transita, ajustado a las reglas que rigen la sociedad medieval del momento en general, y la dura vida de la frontera del Duero en particular. Nos lo presenta como un gran conocedor de la naturaleza humana, de sus necesidades y carencias, de sus virtudes y defectos. Y acabará creando un personaje monumental con su particular estilo, donde el hombre y el guerrero mezclan de manera perfecta, como en su día hizo con el mítico Diego Alatriste. Así, mientras el autor deja patente el lado más humano del protagonista con el recuerdo presente de su añorada familia, su mujer Jimena y sus hijas, hace que lo acompañen a lo largo de la narración diversos personajes históricos o inventados, pero absolutamente veraces y reconocibles en aquella sociedad belicosa, como el fiel Minaya Alvar Fáñez, su mano de derecha, el rudo y siempre presto al combate Diego Ordóñez, el ágil Galin Barbués, el tartamudo Pedro Bermúdez, el versado fraile Millán, compañía religiosa imprescindible, el altanero conde de Barcelona Berenguer Remont II, el valeroso lugarteniente árabe Yaqub al-Jatib, el cultivado rey de Zaragoza Mutamán o su hermana, la poderosa, seductora y sofisticada Raxida.
El texto arranca en el momento en el que el protagonista ya ha sido desterrado de Castilla por Alfonso VI por haberle obligado a jurar públicamente en Santa Gadea que no había tenido nada que ver con el asesinato de su hermano Sancho de Castilla, en la famosa jornada en la que, a las puertas de Zamora, el rey cayó muerto a manos del traidor Bellido Dolfos. Y, desde la primera página, Pérez-Reverte es capaz de hacernos cabalgar junto a Ruy Díaz y sus leales guerreros, mientras alquilan sus espadas a orillas del Duero o en la Taifa Zaragozana. En un tiempo de luchas intestinas tanto en los reinos moros como en los cristianos, momentos de “algaras y aceifas”, el protagonista se hace a sí mismo; emerge un líder mítico, el “Campidoctor”, el “Campeador”, el “Sidi Quambitur” de los árabes, el Cid.
Y no os cuento más, a los que le gusten las narraciones bélicas aquí disfrutarán de emocionantes cargas y cabalgadas, y de una buena dosis de cruel realismo en tierras de frontera, de un texto donde se puede sentir el hambre y la sed, el olor a estiércol, cuero, humo y sudor de hombres y monturas, el sonido de los cascos de los caballo, de los cuernos de guerra, y el chocar de espadas, lanzas y escudos, y donde quedarán de manifiesto los códigos de honor de aquella Hispania fragmentada política y religiosamente, donde se luchaba y se moría por un trozo de pan que llevarse a la boca. Salvando las distancias, me ha recordado mucho a otras obras del autor en las que nos acerca a la descarnada y violenta realidad del momento histórico a través de unos personajes que resultan muy creíbles; es el caso de la “La sombra del Águila”, “El húsar” o “Las aventuras del Capitán Alatriste”.
En definitiva, es una gran novela. Como bien dice su creador: “Yo quise hacer nuestro Western, con nuestros pioneros, con la frontera, con los apaches, con la cabalgada”.
Y… ¡Pardiez! A fe mía que lo logró.


No hay comentarios:

Publicar un comentario