Piazza di Spagna y Trinitá dei Monti
Cogidos de la cintura, en silencio,
transitamos la Vía Sistina hasta
desembocar en la Piazza della Trinitá dei
Monti. Allí Sara me llevó hasta el muro que asomaba a la escalinata de la Piazza di Spagna.
–¡Menuda
sitio y menudas vista! –exclamé–.
Cúpula de San Pedro del Vaticano al fondo. En primer plano la de la Basílica de San Ambrosio y San Carlos en el Corso.
–La
cúpula del fondo es la de San Pedro del Vaticano, la que está en primer plano
es la de la Basílica de San Ambrosio y San Carlos en el Corso, situada junto al
Mausoleo de Augusto y cerca del Ara Pacis. El lugar es precioso, sí, pero, de
la compañía… ¿no dices nada? –Sara se agarró de mi brazo derecho con ambas
manos, y apoyó su cabeza en mi hombro en un gesto que mi hizo gracia por
resultarme melindroso. Instantes después, se colocó de espaldas a la escalinata,
apoyada en la balaustrada, y me rodeo el cuello con sus brazos.
–La
compañía me es grata, pero claramente mejorable –bromeé, mientras ella apoyaba la
cabeza en mi pecho–.
–¿No
te parece que hay lugares que embellecen situaciones y momentos? –me preguntó
enigmática y seria.
–Supongo
que un sitio bonito siempre lo hace. Hace ahora diez años que soñé con UN MOMENTO PERFECTO, y lo escribí, de hecho, el relato acabó premiado en el
concurso literario de Guardo. Ni que decir tiene que el momento nunca llegó a
producirse, quedó en mi imaginación como un deseo profundo inalcanzado.
–Pues
para mí hoy si se ha hecho realidad. He estado aquí decenas de veces, y nunca
he sentido la Piazza di Spagna y su
entorno como hoy.
–Bueno,
he de decir en mi favor, que hoy te presentas aquí ante la influyente sociedad
romana con un tipo inteligente y atractivo como pocos. No quiero alarmarte,
pero hay varias turistas que me están comiendo con los ojos, tienen cara de
decir “mío, mío que yo le vi primero –Sara rio y me besó suavemente en los
labios–. La verdad es que… en este momento concreto, el lugar está pasando a un
segundo plano, vamos…que me empieza a importar una higa –ambos reímos y nos
besamos de nuevo.
–Pues
te he traído aquí para que lo conocieras. Luis, te presento a la Piazza di Spagna –Sara se giró y
extendió su brazo derecho con pomposidad, mostrándome las vistas.
–Encantado
de conocerla doña Piazza. No quiero
ofenderla, es usted muy mona, pero prefiero seguir besando a esta señorita que
está de tan buen ver, y mejor catar.
–Tú
sí que eres un mono. Me parece que voy a bajar la ración da cata –Ella me
sonrió resignada–. Anda, so borriquillo,
date la vuelta que te voy a contar alguna cosa de este sitio. El monte Pincio.
–A eso tampoco
pondré pegas. Pinchos los que quieras. Me gusta tomar la cerveza con cualquier
cosa –comenté con guasa.
–¡Qué
bobo! –añadió ella divertida, dándome un cariñoso golpe en el hombro,
comenzando sus explicaciones con formalidad –. A esta zona se la llama Monte Pincio. Engloba este alto de Trinitá dei Monti Pincio, ese es su
nombre completo, y continúa hasta la Piazza
del Popolo, con su mirador, los jardines de Villa Borghese…etc. Aquí al lado está también la Villa Medicis, un lugar muy interesante
para visitar. Una de sus fachadas fue inmortalizada por el gran paisajista Claudio de Lorena.
Paisaje con Villa Medici de Claudio de Lorena
–Pues
te va a sorprender el asunto porque sé de qué cuadro me hablas. “Paisaje con la Villa Medicis”, y
pertenece a la Galleria degli Uffuzi.
¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? La verdad es que esta pregunta es bastante
obvia, el cuerpo se te ha quedado perfecto, como siempre. –Ambos reímos.
–¡Qué
listo es mi niño! –exclamó ella con resignada ñoñería, dándome un pellizco en
un moflete.
–¿Sabes?
Me estoy deprimiendo un poco. Hay tantas cosas que ver que siento que me voy a
perder la mayoría.
–Roma
es muy grande, y hay muchísimas cosas que visitar. Tendrás que volver.
–Si es contigo,
me apunto.
–Pensaré en
ello, quizá tenga algún hueco en mi agenda para un viejecito. Ya en serio…Sólo
templos católicos tienes novecientos que visitar.
–Caray.
Si me diera por ir a misa un día en cada uno, me pasaría aquí dos años y medio.
Caro me lo fías. Imagino que ser la capital de la cristiandad tuvo como
consecuencia eso. –Nuestra conversación tomaba un camino menos trivial.
–Es
evidente. Pues bien…esta zona, que denominamos ahora Piazza di Spagna, fue el lugar donde se escenificó la rivalidad en
la ciudad entre dos de las potencias dominantes en la Edad Moderna, España y
Francia. El aspecto que tiene actualmente dista mucho de parecerse al de hace quinientos
años, cuando unos cuantos eremitas de la orden de los Mínimos habitaban esta colina.
–Los
Mínimos. Suena a grupo musical.
–Eran
los Mismos, tonteras –Sara rio–. Y, por edad, anciano conquistador, seguro que
conoces sus canciones; El puente, María Isabel, Guarda tus besos para mí…
–Pues
seguro que las conozco, pero ahora no caigo. Cómo bien dices, ya que me
consideras un hombre entrado en años, pero un galán fascinante… –Sara rio mi pretenciosa
exposición.
–¡Vaya rollo tienes!
–Para mostrarte
lo cautivador que puedo llegar a ser, me gusta el título de la tercera canción,
por aquello de que “guardaré todos los besos que quieras para ti”, espero que
tengas el mismo detalle conmigo. –Sara me sonrió.
–Hecho.
Serán todos para ti. Pero ahora, sigamos con lo nuestro.
–Ya…
los Mínimos –añadí conformista.
–Era
una rama de la orden franciscana muy estricta. Fue fundada por San Francisco de Paula, e iban más allá en
sus votos de pobreza, castidad y obediencia, porque incluían un cuarto voto, el
de no comer carne y otros productos de origen animal. El Santo fundador adquirió
mucha fama por los milagros que iban atribuyéndole. Carlos VIII de Francia construyó
esta iglesia de la Trinitá dei Monti para su congregación en agradecimiento a su
fundador, que acudió en auxilio espiritual de su padre Luis XI, reconfortándolo
en su enfermedad. La fachada de la iglesia es de Jacomo de la Porta y, si no
fuera por el lugar privilegiado que ocupa, no es nada del otro jueves. Dentro
de la iglesia destacan algunas obras como los frescos del manierista Danielle
da Volterra. Te enseñaré en el móvil un par de ellos, para que te hagas una
idea. A estas horas ya está cerrada la iglesia. Mira… la Asunción y el Descendimiento
de Cristo.
La Asunción de Danielle da Volterra, "Il Braghettone"
–Tienes
razón. Me gusta mucho la Asunción. Ahora que lo pienso…Este no es el que se
pasó un tiempo tapando las partes pudendas de los desnudos de Miguel Ángel en
la capilla Sixtina…Cómo era… ¿“Il Braghettone”?
–Cierto
–Sara asintió sonriéndome–. Fue un buen pintor, pero se le recuerda más por ese
trabajo. Algunos creen que la Asunción es su obra cumbre. El obelisco lo mando
erigir aquí Pio VI en 1789, se lo trajo de los jardines de Salustio, el mismo
año que se produjo la revolución francesa. Los revolucionarios italianos
contagiados por esa agitación importada de Francia, hicieron de las suyas por
aquí, aunque fue Napoleón, años después,
quién se llevó la palma. Trinitá dei
Monti tuvo que ser restaurada por completo. Pero, vayamos bajando por la escalinata,
te contaré alguna cosa más sobre el lugar.
–Usted
primero, bella dama –hice un gesto excesivamente afectado que a ella le resultó
simpático. Luego le di la mano y, juntos, comenzamos a bajar.
–Cómo
te iba diciendo, esta zona fue de continuo enfrentamiento entre España y
Francia. Ambas naciones rivalizaban por dar las mejores fiestas y saraos para
celebrar nacimientos de príncipes, triunfos en batallas y guerras… etc. Los fuegos
artificiales, los repartos de monedas de oro, construcción de arquitecturas
efímeras…etc. estaban a la orden del día. Al final se llevó el gato al agua
España.
–Imagino
que por eso se quedó con el nombre.
–El
acierto de los españoles fue situar aquí su embajada ante la Santa sede y la Orden
de Malta. Sigue siéndolo. Luego nos acercaremos.
–O
sea, que si pierdo el pasaporte…
–No.
Para eso está la embajada española en Italia situada en el Palacio Borghese, se
entra por la fachada que da al Tíber para más señas. Espero que no la necesites
para nada. Será la palmaria demostración de que no te has metido en ningún lío
–Sara ensayó entonces una supuesta mirada reprochadora para acompañar su ampulosa frase.
–No
me dejes mucho tiempo sólo, soy un peligro –añadí saleroso.
Mientras
bajábamos la espectacular escalinata, ella me fue explicando su historia.
–La
escalinata fue diseñada por Alessandro Specchi y Francesco de Sanctis. Fue
financiada por los franceses, y construida entre 1723 y 1726. Es una obra de
gran efecto escenográfico. Hoy en día se sigue usando como fondo para desfiles
de moda y campañas publicitarias, por ejemplo. El lugar alcanza su máximo
esplendor en primavera, cuando su arquitectura se ve eclipsada por el color de
las azaleas que la adornan; algo espectacular que no vamos a ver en esta
ocasión, la estación acaba de comenzar. La escalinata fue inaugurada por
Benedicto XIII, quien se negó a que una estatua de Luis XIV presidiera el
monumento.
Una
vez abajo, Sara me invitó a girarme.
–Luego
te cuento cosas sobre la fuente. Verás, este entorno se hizo muy famoso desde
que los españoles instalaron su embajada aquí. Incluso tenían jurisdicción
propia y daban ventajas fiscales a aquello que abrieran restaurantes o alojamientos.
Así, con el tiempo, se convirtió en lugar preferido de artistas, escritores,
pintores…etc. Fue el epicentro del romanticismo en la ciudad; te sonaran
nombres como Lord Byron, Stendhal,
Shelley, Keats, List, Chateaubriand, Gogol, Ibsen…etc. El poeta Keats murió en la llamada “Casina Rosa”,
dónde también vivió su amigo Shelley,
es esa de la derecha –Sara me la señaló–. Hoy es museo.
–La
situación del obelisco parece acentuar la verticalidad de la escalinata, ¿no
crees? –interrumpí su ilustrada narración.
–Sí.
A mí también me lo parece
–¿Y,
la fuente?
Fontana della Barcaccia. Piazza di Spagna.
–Fue un encargo
de Urbano VIII a Pietro Bernini, el padre de Gian
Lorenzo, construida entre 1627 y 1629. Algunos piensan que la obra fue
autoría de su hijo por su calidad; lo que es casi seguro es que ayudó a su
padre. Representa una barca vieja zozobrando,
y dicen que se inspiró en las inundaciones que se produjeron en 1598 en las que
el agua llegó a ocupar esta zona. La leyenda dice que aquí apareció una barca
varada. El agua que la alimenta procede del acueducto Acqua Vergine que también alimenta a la Fontana di Trevi y a la Piazza
Navona. De hecho, es la conducción del acueducto la que da nombre a la Vía Condotti, que es la que está a nuestras
espaldas; una de las calles más comerciales de la ciudad dónde se encuentran
las firmas de moda más importantes del mundo y cafés como el Greco, el más famoso por ser frecuentado
por escritores, artistas y músicos del romanticismo. En este lugar se cruza con
la Vía del Babuino que viene desde la
Piazza dil Popolo. La fuente está
decorada con soles y abejas que eran los emblemas de los Barberini.
–Las abejas ya
las vimos antes en la Fontana del Tritón,
¿No?
–Correcto,
querido aprendiz. –Sara me obsequió con un gesto de satisfacción.
Me
giré unos instantes para ver las dos vías que me había señalado. Luego ella me
llevó hasta el edificio de la Embajada Española ante la Santa sede y la Orden
de Malta.
–Esta
legación funciona desde 1647, algunos dicen que es la representación más
antigua de un país en otro sin que haya cambiado de sede. Está ubicada en el
Palazzo di Spagna o Palacio Monaldeschi. Al instalarse aquí y, dado que los franceses
tenían su iglesia en la Trinitá dei Monti,
los españoles construyeron la suya para no ser menos, en la Vía Condotti, la iglesia de la Trinidad
de los Españoles. Se puso bajo la protección de la corona en época de Felipe V,
y es de planta elíptica, con bóveda ovalada, y siete capillas intercomunicadas.
En el altar mayor hay un óculo, algo parecido a lo que vimos en Sant’Andrea al
Quirinale. En fin…que no te voy a contar mucho más porque probablemente no nos dé
tiempo a verla. Respecto a la embajada, el momento de máximo esplendor lo tuvo
cuando el titular de la misma era el Cardenal Acquaviva, y su secretario, el
famoso aventurero y seductor Giacomo Casanova.
–¿Puedo
ser tu Casanova personal? –dije tomándola por la cintura con la intención de
que respondiera a mi arrumaco.
–No
es necesario. Estoy seducida del todo –Sara rio y me besó en la mejilla. El
aprendiz de Casanova no había recibido la recompensa que esperaba, pero ella
quería enseñarme la columna que estaba frente a la legación española para
acabar la explicación del entorno de Piazza
di Spagna.
Columna de la Inmaculada y la Embajada española ante la Santa Sede y la Orden de Malta.
–Y
esta columna fue encontrada en el s. XVIII en el campo de Marte, en el
Monasterio de Santa María de la Concepción. En 1857 se colocó aquí para servir
de pedestal a esa estatua que representa a la Inmaculada Concepción cuyo dogma
había sido proclamado por Pio IX en 1854. Está representada sobre la media luna,
y con una corona con doce estrellas. En la base se esculpieron con
monumentalidad a Moisés, el rey David, y los profetas Isaías y Ezequiel. Y
ahora echemos un último vistazo al atardecer en la plaza. Luego nos acercaremos
a la Fontana di Trevi, estará preciosa.
Durante
unos instantes permanecimos allí, junto a la Fontana della Barcaccia, abstraídos en la contemplación de aquel
momento perfecto, admirando los reflejos de la mortecina luz primaveral del atardecer
sobre la escalinata, el obelisco y la fachada de la Trinitá dei Monti. Minutos
más tarde, Sara se cogió a mi brazo izquierdo y, apoyando su cabeza sobre mi
hombro tiró de mí, invitándome a buscar un nuevo instante especial en la Fontana di Trevi, la obra maestra de Nicola Salvi.
Bellísimo relato.🤗
ResponderEliminarGracias. Intento entretenerme y que entretenga. Saludos, desconocido.
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